la formula infalible de Conny Mendez





LA FÓRMULA INFALIBLE ES LA SIGUIENTE

Cada vez que te ocurra algo indeseable, que te enfermes, que te ocurra un accidente, que te roben, que te ofendan, que te molesten… o que TU seas la causa de algún mal hacia otro o hacia ti mismo… si eres afligido por un defecto físico, o moral, o de carácter; si te desagrada alguien, si lo detestas, o si amas demasiado y sufres por esto; si te torturan los celos; si te enamoras de alguien que pertenezca a otro; si eres víctima de una injusticia, o eres víctima del dominio de otro. (La lista es interminable, de manera que suple tú la condición que te esté afectando). Conoce la Verdad.
La Verdad, la ley suprema es La Armonía Perfecta, la belleza, la bondad, la justicia, la libertad, la salud (Vida), inteligencia, sabiduría, amor, dicha. Todo lo opuesto es apariencia. Es contrario a la ley suprema de la Armonía Perfecta luego es mentira porque es contrario a la Verdad.
Tu “YO” superior es perfecto. En este mo­mento y siempre ha sido perfecto. No puede en­fermarse porque es VIDA. No puede morir por la misma razón. No puede envejecer. No puede sufrir. No puede temer. No puede pecar. No tiene que luchar. No puede cambiar jamás. Es bello. Es amor, inteligencia, sabiduría, dicha. Esa es la Verdad. Es tu Verdad, la mía, la de todos los seres humanos, ahora mismo.
No es que el ser humano sea Dios. Así como una gota de agua de mar no es el mar. Pero contiene todo lo que forma y contiene el mar, en un grado infinitesimal; y para un átomo, esa gota de agua es un mar. Cualquiera cosa que estés manifestando; que te esté ocurriendo contraria a La Armonía Per­fecta, o que tú misma estés haciendo o sufriendo contraria a la Armonía Perfecta, se debe a una creencia errada que tú creaste, ya lo sabes, y que por reflejo estás lanzando hacia afuera y atrayendo su igual del exterior. No tiene nada que ver con tu YO superior. Este continúa per­fecto. Sus condiciones y su situación son perfectas.
Ahora, en cada una de las circunstancias enumeradas más arriba, debes recordar lo que te acabo de decir, en primer lugar, y luego decir mentalmente o en voz alta, como quieras.
“No lo acepto”. Dilo con firmeza pero con infinita suavidad. Los trabajos mentales NO NECESITAN de la fuerza física. Ni el pensamiento ni el espíritu tienen músculos. Cuando tú digas “No lo acepto”, hazlo como si dijeras “No me da la gana”, tran­quilamente, pero con la misma convicción y firmeza, sin gritar, sin violencia, sin un movi­miento, sin brusquedad ¿Me hago comprender?
Después de haber dicho “No lo acepto”, recuerda que tú YO superior es perfecto: que sus condiciones son perfectas. Ahora di:
“Declaro que la Verdad de este problema es (armonía, amor, inteligencia, justicia, abundancia, vida, sa­lud, etc, cualquiera que sea lo opuesto a la con­dición negativa que se esté manifestando en ese momento). Gracias Padre que me has oído”.
No tienes por qué creer ciegamente lo que estás leyendo. Debes comprobarlo tú mismo. En el lenguaje metafísico esto se llama “un tratamiento”. Después de todo tratamiento hay que conservar la actitud que se ha declarado. No se puede uno permitir que entre la duda respecto a la eficacia del tratamiento, ni se puede volver a expresar en palabras los conceptos, opiniones y creencias de antes, porque se destruye, se anula el tratamiento. El propósito es el de transformar el patrón mental que ha estado dominando en el subconsciente, o sea, el clima mental en que has estado viviendo, con toda tu serie de circunstancias negativas. Esta renovación se hace cambiando cada creencia an­tigua a medida que vayan presentándose ante nuestra vida (o nuestra conciencia, en conoci­miento desacuerdo con la Verdad).
Hay convicciones que están tan arraigadas que son lo que se llama en el lenguaje metafísico “cristalizaciones”. Estas requieren más trabajo que otras. Pero cada “Negación” y “afirmación” que se haga respecto a estas cristalizaciones va borrando el diseño original hasta que desaparece totalmente y no queda sino la Verdad. Verás los milagros que ocurren en tu vida, en tu ambiente y en tus condiciones.
Tú no tienes defectos sino apariencia de de­fectos. Lo que ves como defectos morales o físicos son transitorios porque al “conocer la verdad” de tu YO verdadero, tu Cristo, tu Ser Superior es perfecto hijo de Dios hecho a seme­janza del Padre, comienzan a borrarse las im­perfecciones que tu estás presentándole al mundo. Es un hecho constatable. Todo estudiante de me­tafísica cristiana te puede corroborar lo que acabo de decirte.
Esta es La Gran Verdad. No la olvides jamás. Comienza ahora mismo a practicarla. Mientras más se practica más se realiza, más se adelanta y más feliz te sentirás. Acuérdate. Tú eres único, como tus huellas digitales. Fuiste creado por un diseño único, para un propósito especial que no puede cumplir nadie más que tú. Has tardado 14.000 años para evolu­cionar a tu sitio de hoy. Las expresiones de Dios son infinitas. Tú y yo somos sólo dos de esas infinitas expresiones.

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